... y podría escribir por horas y días enteros hasta no sentir la más mínima sensación en mis dedos decadentes de frío y de dolor, mientras afuera llueve sin resentimiento y el viento grita y el agua cae y el sol se esconde y la tierra habla los truenos cantan al son de las nubes que entran por mis narices hasta la última sustancia hasta convertirse en éter dentro de mi ser que vuela sin límites por los rincones de la ciudad traspasando las luces del alba y una aurora boreal que se acerca corriendo por el oriente entre velos negros de gasa transparente que flotan entre mis dedos que ahora ríen sin sentido alguno hasta caer sobre el teclado después de escribir, escribir y escribir y mi mente no para, ni mi corazón, ni mi cerebro, ni mi alma.
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