Apareciò frente a mì cuando bajamos del andèn. Nos miramos.
Lo seguì por la escalera, atenta a cada paso que daba.
Bajè primero y afirmè el torniquete para que no lo golpeara.
Gracias me dijo.
Gracias me dijo.
Sin darme cuenta, yo estaba sonriendo.
Subì para salir del metro y me siguiò.
Llegamos al paradero.
Él, tuvo que seguir caminando. Yo debìa esperar.
Llegamos al paradero.
Él, tuvo que seguir caminando. Yo debìa esperar.
Y esperè, hasta que lo perdì de vista.
Hasta que dejò de mirar hacia atràs.
Hasta que dejò de mirar hacia atràs.
No lo he visto otra vez, pero sè que algùn dìa volveremos a encontrarnos en la estaciòn.
Tal vez, le pregunte su nombre.