Era un Domingo como cualquier otro. Los hice reaccionar y salimos casi corriendo.
Llegamos al SAPU y habìa mucha gente, sòlo algunos con cara de enfermo.
Mi padre miraba sin pestañar, algo asì como petrificado a una joven que tenìa aspecto temeroso y mucho miedo, su boca no paraba de tiritar; le dije que no fuera SAPU. Un par de amigos esperaban a sus padres mientras conversaban y reìan; en la puerta aparece una señora de aire juvenil que pesaba màs de 100 kilos, su hija de 3 años se parecìa a ella, ambas tenìan ojos verdes. Una madre y su hija tomaban helado, tal vez no estaban enfermas y sòlo salieron a dar una vuelta. Un pequeño intercambiaba cachetadas con su madre, le saquè la lengua y no dejò de mirarme, hasta me sonrìo. Otra señora apenas pudo sentarse a mi lado, creo que tenìa còlicos, mi padre dijo que dolìan mucho. Una guagua de 3 meses ardìa en fiebre en brazos de su tìa, su mamà estaba afuera y su papà era guardia del SAPU, la niña entrò de las primeras. Llegò su turno, sòlo debiamos esperar su diagnòstico. He pasado màs de una hora en el SAPU, y sòlo por tener una madre picà e' la araña.
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