Se detuvieron en un semáforo.
Ella miró por la ventana y todo quedó en pausa.
Sin previo aviso, sus entrañas se hicieron latentes.
Se perdió en las luces de la ciudad intentando quitar ese sabor amargo.
Respiró, pero el aire se volvió más denso.
El auto volvió a detenerse.
Al bajarse, todo seguía en pausa... hasta nuevo aviso.