Creo que mi papà fue el que me avisò. Tuve una sensaciòn de nostalgia, pero no de esa egoista que solemos tener. Era una nostalgia como de aceptaciòn. Tal vez esperaba su hora hace ya mucho tiempo. No quise mirar, sòlo quise quedarme con el recuerdo de su rostro sereno, pero mi sobrino chico me dijo que la abuelita estaba durmiendo ahì. No era mi abuela, pero si lo parecìa. Cuando entrè a la casa lo primero que vino a mi mente y que quedò atascado en mi garganta fueron las tantas (pero quizàs pocas) veces que de grande la visitè y me abrazaba con tanto cariño como si fuera una màs de sus nietas. En la noche lleguè a mi casa, y al prender la luz de mi pieza vi una muñequita entre mis cosas, que un dìa me regalò mi Abuelita Mati.